<p>Es a menudo la pereza lo que no deja ir hasta el final de un pensamiento: hasta su final. Cansado de seguirlo y perseguirlo, me rindo y lo encauzo en los dos o tres caminos mentales que tengo ya bien allanados y señalizados. Basta así que me relaje para que mis pensamientos, como las bolitas de los juegos de habilidad, vayan a parar a estas vías, siempre las mismas, que inevitablemente vuelven al principio, siempre a mí mismo.</p>
<p>Y es que seguir el curso del pensamiento, su curso áspero y desconocido, que sube y baja, gira o toma atajos que no sé dónde conducen, es difícil; ingrato y desalentador. Después, pero sólo después, veré quizás que era un camino más corto y que llevaba más lejos, que bordeaba un par de obstáculos, e incluso que su curso, ya completo, forma una figura geométrica bella y rigurosa que en adelante voy a poder seguir sin esfuerzo. Pero entonces se convertirá en un camino más: en una nueva senda por donde hará transitar aquellos pensamientos que no me vea con ánimo de perseguir. Así es como paso la vida plagiando las dos o tres ideas que tuve el coraje de pensar, de pisar.</p>
<p style="text-align:right;"><strong>X.R.de V</strong></p>
Precio
5,00 €