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Las trampas del cuerpo. Cómo dejar de...
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<div class="sinopsi" id="capsa-sinopsi">¿No sé le ha ocurrido nunca, al tomar su ducha matinal, colgar la toalla sobre el espejo con el fin de no tener que verse reflejado/a en él? ¿Qué es lo que le provoca, según usted, esa obsesión por su aspecto y esa constante insatisfacción? La doctora Judith Rodin, fundadora de la Clínica de Trastornos Alimenticios de la Universidad de Yale, cree que esta situación la comparten cada vez más seres humanos y se basa en una especie de adicción al aspecto físico, que a la vez viene avalada por unas cuantas características de la sociedad actual:</div>
<div class="sinopsi">- El culto al aspecto exterior como medida del valor social de la persona.</div>
<div class="sinopsi">- La creencia de que todos podemos tener la apariencia de un / una modelo.</div>
<div class="sinopsi">- El convencimiento de que los defectos corporales reflejan una deficiencia del carácter.</div>
<div class="sinopsi">- El hecho de que la acción de comer se considere a la vez como un placer y un pecado.</div>
<div class="sinopsi">Pues bien, a partir de ahí, según la autora, es posible salir de todas estas <trampas> y comprender de verdad, más allá de los tópicos y las modas, lo que significan nuestros cuerpos, tanto social como psicológicamente: una toma de conciencia que ella misma ha pretendido reflejar en este libro, lleno de ideas liberadores, de soluciones eficientes y de nuevas sugerencias para relacionarnos con nosotros mismos tal como somos.</div>
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Precio
18,00 €
La especie humana
<p style="text-align:justify;"><span class="Estilo10">En 1943, Robert Antelme, joven de veintiséis años, redactor en el Ministerio de Información francés, entra en la Resistencia. La amistad decide por él. «No fuimos héroes», recordará Marguerite Duras, casada en aquella época con Antelme, «la Resistencia vino a nosotros porque éramos gente honrada». En 1944 es detenido por la Gestapo y deportado a Alemania, al igual que su hermana Marie-Louise. Buchenwald, Gandersheim y Dachau son las etapas sucesivas de esa deportación. En <em>El dolor</em>, Marguerite Duras narra los días de abril de 1945 consumidos en la espera de Robert, en la pesadilla sobre su retorno. Hallado en Dachau, presencia sin identidad («un <em>Ecce homo</em> sin sujeto, muestra de nadie, muestra no de un hombre, sino el Hombre reducido a su esencia irreductible», escribirá mucho más tarde Dionys Mascolo), es sacado del campo por sus amigos. Durante el viaje de regreso, «infernal y maravilloso», en una fiebre, no parará de hablar. «Habla sin fin», habla sofocada y sofocante por querer decir la indecible verdad que lo humano entraña. Un año después, retornado a la carne, trabaja en la escritura de <em>La especie humana</em>, libro publicado por vez primera en 1947.</span></p>
<p style="text-align:justify;"><span class="Estilo10">Escrito con una sobriedad «a ras de las cosas», <em>La especie</em> <em>humana</em> es un relato marcadamente antiliterario, o bien de pura literatura. Desarmada escritura del desastre que pone de manifiesto, en palabras del propio Antelme, «como sola y última reivindicación, un sentimiento último de pertenencia a la especie». </span></p>
<p style="text-align:justify;"><span class="Estilo10">Comunidad de la especie así afirmada que, lejos de reintegrarnos en una presencia tranquilizadora de lo humano para consigo mismo, nos asedia y obsesiona a modo de un deshacimiento infinito. Como lo leerá Mascolo: «El SS no es diferente de nosotros. La inocencia personal, por muy profunda que se la suponga, nada vale al lado de esa solidaridad forzosa con la especie como portadora de mal, de muerte, de fuego. No hay humanismo en eso. ‘Nuestro hermano SS’, podría decirse … para decir la inhumanidad que hay en el hombre».</span> </p>
<p style="text-align:justify;"><span class="Estilo10">En 1946, Antelme, «comunista» anterior a toda militancia, ingresa en el Partido, del que se verá excluido en 1950. Contrario a la continuación de la guerra en África del Norte, es uno de los firmantes del llamado «Manifiesto de los 121», una Declaración sobre el derecho a la insumisión en la guerra de Argelia, en cuya redacción final interviene decisivamente Maurice Blanchot: «La negativa a servir es un deber sagrado». En 1968 es miembro del Comité de acción de estudiantes y escritores. Padece una hemiplejía desde 1983, y muere en 1990.</span></p>
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Precio
17,50 €