

San Juan de la Cruz puede ser considerado en justicia como el místico más grande del cristianismo. Valorado así mismo como un poeta sublime, sus estrofas destilan un nivel de experiencia interior de altísima espiritualidad, por lo que el acceso a su obra debe concebirse inevitablemente desde una profunda religiosidad, y sólo así, desde ese abandono que proclama el poeta, puede el lector gozar íntimamente y en su totalidad la poesía espiritual del Santo. Llama de amor viva fue escrita por él místico en 1584 a petición de doña Ana de Peñalosa, que había solicitado un comentario aclaratorio a la canción del mismo nombre. En ella, San Juan se recrea con los deleites que «hace el alma en su íntima unión con Dios», extendiéndose a su vez en la forma perfecta de alcanzar dicha unión mística.
Su agradecimiento a la reseña no pudo ser enviado
Reportar comentario
Reporte enviado
Su reporte no pudo ser enviado
Escriba su propia reseña
Reseña enviada
Su reseña no pudo ser enviada
check_circle
check_circle