

Frente a lo íntimo, a lo social y a lo religioso, John Donne nos descubre siempre algo nuevo y sorprendente que su verso comunica con una inmediatez que es lo que tal vez le confiere esa permanencia que se proyecta en el tiempo con vigor renovado
Leer hoy a John Donne (1572-1631) es reencontrarnos -nosotros, habitantes del siglo XX- con un espíritu afín; es descubrir en un brillante antecesor nuestros sentimientos y voliciones más íntimos y delicados; es acercarnos a una personalidad iniciadora, cuyo espíritu moderno- en el mejor sentido de la palabra- es esencialmente crítico. Le tocó a John Donne , como a tantos grandes escritores, demoler un mundo. Al hacerlo, nos dejó testimonios conmovedores en su severidad y exigencia de verdad. Esa incorruptible integridad testimonial tal vez otorga a sus poemas una frescura que ya sentimos imperecedera. Rompiendo aquellos velos expresivos que dominaron el mundo Isabelino, John Donne abrió las puertas de la expresión hacia nuevos territorios del conocimiento humano.
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