

Intenté, con la ayuda de los medios celestiales, leer los pergaminos fragantes Cátaros. Penetré en el arcano de lo más secreto de los Cátaros. Quise presentarlos al mundo, no como aparecen en las imaginaciones deformadas terriblemente por los inquisidores que les odiaban y en las crónicas históricas y demás invenciones imparciales. Los Cátaros son un amor demente, una grandísima revelación del derramamiento del amor, una nueva visión del hombre: limpio, purificado, así como se manifiesta en los modelos más perfectos ante la mirada perfecta de las fuerzas celestiales. De hecho, hoy en día no ha quedado nada de los Cátaros. Parece que tampoco hay ningún Cátaro. Pero yo diría así: no ha quedado nada en el mundo, aparte del catarismo… El Beto Yohann
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